Transcripción literal de las páginas 53-59 de la obra "SUCESOS MILITARES DE GALICIA EN 1809", por Manuel García del Barrio (1811).
"En medio de tan lastimosa crisis, determiné abandonarme á la Providencia, y en la mañana del 17 me dirigí hacia Galicia, y después de haber sido perseguido por tres paisanos, y corrido por los montes, hallé al cirujano de Entrimo que felizmente me condujo á su casa después de haber andado á pie 9 leguas en aquel día: Informado por este buen español de que en las alturas de Lobera reunía gente el administrador de Boullosa D. José Joaquín Márquez y otros patriotas, de comisión del Marqués de la Romana, me ofreció presentarme á ellos y al Cura del pueblo de Entrimo, y que no dudaba que informados del pormenor de mis trabajos, reconocerían mi comisión, siempre que mis disposiciones mereciesen su aprecio. En efecto, el digno Abad de Entrimo, habiéndole informado de lo que me había sucedido, me presentó el día 19 de Marzo en las alturas de Lobera al referido Márquez, al abogado D. Luis Montenegro, á D. José Martínez y al Alférez de literarios compostelanos D. Ramón González, todos jefes de 500 hombres que allí tenían reunidos. Aunque el conocimiento del Abad de Entrimo daba un aire de probabilidad á mis dichos, mi traje y el carecer de documentos suspendía la confianza de estos buenos patriotas ; felizmente Márquez se acordó de haberme visto en Hoimbra á la mesa del Marqués de la Romana, y, después de varias preguntas, vino á certificarse de mi persona y lo manifestó á sus compañeros, quienes, aunque no con toda la confianza necesaria, ya me prestaron alguna consideración, la cual se aumentó hasta el último grado con la llegada de algunos literarios que me habían conocido en Vizcaya, por cuyo accidente se me reconoció como tal comisionado de la Junta central.
Á poco tiempo he oído una música militar que, con las mayores demostraciones de júbilo venían Oficiales y soldados diciendo: viva nuestro Coronel D. José Joaquín Márquez, que es el que ha de mandarnos. En este estado, y como consultando, me dijo: que aquella gente se empeñaba en que fuese su Coronel; á lo cual contesté que no me parecía mal que se adhiriese á los votos de tantos que le nombraban y aclamaban. Lo cual entendido por los Oficiales y soldados, se volvieron dando vivas á Márquez y al comisionado del Gobierno.
Propuse enseguida que, á fin de reunir en un centro la autoridad conveniente á satisfacción de los pueblos, me parecía oportuno que se nombrase una Junta compuesta de las personas de mayor confianza en todo aquel partido, y que á su sombra se combinasen las operaciones militares: que se me facilitase un hombre que pasase á San Pedro á recoger mi maleta, si se había salvado de los enemigos, á fin de hacerme con los papeles del Gobierno que me autorizaban y con algún dinero para mi subsistencia, que estaba en dicha maleta. Se comisionó en efecto para esta diligencia al literario compostelano Lamazares, quien me la condujo y entregó el día 26 del mismo Marzo, desde cuya época fui solemnemente admitido y reconocido por primer comisionado para la restauración de Galicia, con arreglo á los documentos que me autorizaban.
Se pasó á la elección de vocales para la Junta, cuya presidencia se acordó en el Reverendo Obispo de Orense, y por consideración al estado de Galicia, á grande influencia y medios que en aquel país están al arbitrio de los Curas párrocos, que éstos en lo general se habían puesto al frente de sus feligreses, se nombraron para vocales de la Junta á los Abades de Araújo, Villanueva y Sampayo, y, entre los legos, me colocaron de primer vocal militar. Con el fin de afianzar y consolidar más la Junta, se nombraron por individuos de ella, sin perjuicio de sus ocupaciones militares, á los dignos caudillos Abades del Couto y San Mamed y á Fray Francisco Carrascón, todos sujetos de la mayor nota y que han admitido sus nombramientos.
De acuerdo con la misma Junta, dispuse organizar y regimentar la gente reunida y que se iba juntando; se dio parte de la instalación de aquella junta á todo el partido desocupado, y á mucha parte del ocupado; se pusieron en movimiento todos los resortes para buscar armamento, vestuario y cuanto conducía al pronto apresto de lo necesario: asistían los vocales á los trabajos de las armerías, de los zapateros y á todos los puntos en que podía activarse la completa organización del primer batallón del regimiento de Lobera, y en efecto, el 26 de Marzo, á los cinco días de instalada la Junta, en aquellas alturas, sitio en que nada había, salió el primer batallón con 752 plazas, de las cuales iban armados con fusiles o escopetas 400, todos municionados, pagados y con dinero en caja, completos de Oficiales, sargentos y cabos, con bandera y música, llenos del mayor entusiasmo y á quien debió Galicia tantos gloriosos sucesos.
Para el nombramiento de Oficiales, se llevó el orden de la antigüedad entre los que concurrieron á aquel primer asilo de la libertad de Galicia: se le confirmó por la Junta el nombramiento de Coronel a Márquez: se dió la sargentía mayor al capitán de Infantería, Ayudante del Marqués de Valladares, D. Alejandro Tello, y por este orden se atendió á la antigüedad de ordenanza en que ellos mismos entre sí convenían. Cuyo orden se siguió por la Junta y por mí en la organización del segundo y tercer batallón de Lobera, confiriendo la Comandancia del segundo al Capitán D. Francisco Ano, y reservando vacante la del tercero, á falta de Oficiales de graduación, para que el Marqués de la Romana la proveyese.
Luego que recibí mis papeles, habilité á la junta á nombre del Gobierno para todas sus operaciones. El Abad del Couto, que había pedido auxilios para proseguir el asedio de Tuy, recibió la noticia de que iba en su socorro el primer batallón de Lobera, y se comunicó orden al Capitán González, que se hallaba en Soutelo, para que con su gente acudiese á reforzar el asedio de Vigo. En su tránsito y correrías se han hecho algunos prisioneros, que, por no tener la Junta donde custodiarlos, se han remitido á Lindoso, en Portugal.
Para impedir que el enemigo socorriese á Vigo, pasó orden la Junta al Abad de Trives, para que, cayendo con sus fuerzas sobre Lugo, llamase así la atención de los franceses, y aunque no pudo verificarse en su totalidad este movimiento, la toma de Villafranca por el Marqués con toda su guarnición, y las guerrillas y correrías de D. Juan Quiroga y su hermano el Abad de Casoyo, por el valle de Valdeorras y otros puntos, divirtieron eficazmente al enemigo que no socorrió á Vigo ni á Tuy hasta después de haberse rendido la primera plaza.
Con fecha de 26 del mismo mes de Marzo, dí parte á la Junta central de cuanto había hecho desde mi salida de Sevilla, y del estado en que se hallaba la Galicia, la animosidad de sus naturales y la feliz disposición con que todos se presentaban á los sacrificios de toda especie: pedía que mandase un General cuyo carácter pudiese dar mayor impulso á las operaciones militares, ínterin me hallaba ocupado en la organización de cuerpos, á cuyo intento se presentaba gente. En 26 del siguiente Abril se me contestó dándome las gracias; que tenía el Gobierno confianza en mi patriotismo y que se había nombrado al Conde de Noroña para pasar á Galicia.
Con motivo de haberse suscitado algunas desavenencias entre los diversos Jefes que asediaban á Vigo, salí de Lobera el 30 de Marzo con 32 hombres de su segundo batallón, únicos armados con fusiles, dirigiéndome por las orillas del Miño, en cuyo tránsito observé con la mayor complacencia que salían de los pueblos las mujeres y los niños conduciendo comida para los soldados y gente armada, la que nos daban con la mayor generosidad y agasajo, y la conducían á los montes y alturas á donde los bravos gallegos establecían sus posiciones, desafiando á sus opresores. El 31 de Marzo supe en el camino la rendición de Vigo, que noticié a la Junta de Lobera, y ésta por su parte a la Central, y me encaminé á Atienza, en donde tenía el Abad del Couto su cuartel general á fin de instruirme de las desavenencias ocurridas y del origen de ellas, que se irán conociendo en la relación que presento de la conquista de Vigo".